lunes, febrero 7

El café de la alegría


Se cierra un ciclo y se abren ventanas tras cerrar las puertas.
Diversidad puede ser libertad o desbarajuste.
Juntanzas infinitas; sueños; ilusión.
Puede ser; podría ser; será.

La reestructuración cognitiva funciona pero... ¿y el alma?
desprogramar la obsolescencia; el cariño interno; la rabia; el odio y el coraje.
La voluntad satánica del hoy por hoy y ayer ni para coger carrerilla
porque ya viví; me equivoqué... o no.

Se vacía la botella de la inventiva desapareciendo con ella la creatividad literaria.
Vuelve el "café de la alegría" -irónicamente determina la taza- bajo un risueño sol de invierno.

Viejoven*jovieja sospechando errar inciertamente.
Sin viajar al futuro llena de sueños que ordenan creencias sin teoremas ni religión.
Corriendo veloz hacia ninguna parte mientras me apoltrono en mis propias carnes que,
de nuevo, dejan de ser tuyas para convertirse en qué sé yo.

Irremediable el paso del tiempo sin saber ni qué ni quién soy.
Camino despacito en mi inmóvil sendero mientras la vida me adelanta sin avisos ni intermitencias.

Mi pelo destella blanco nuclear.
Los rizos carbón se tiñen grises en su mezcla.
Perenne en sentimiento; caduca en realidad.

Asunción del espacio y la enagenación transitoria.
Ginseg para el alma impertérrita que se creyó invencible cegada por la ignorancia.
Saber es sufrir sin dejar de contabilizar minutos, horas, días...
Hay que ver -dijo el ciego-
en mi país es tuerto el rey.

1 comentario:

gaia56 dijo...

¡Ay, niña! Vivir a veces duele... y quë?.
Un beso.