Fotografía: AnaBanana
El día que te encontré entre mis pensamientos ya habías estado allí antes.
Eras de canela y miel.
Suave como la seda.
De piel dorada y ojos azabache.
"No decepcionarás nunca al que te conozca" fueron las palabras que mi alma escupió sin conocerte.
No pensé en decirlas, pero se precipitaban veloces hacia el exterior para penetrar en tu vida, resonar en tu coraza y anclarme en tu alma por siempre jamás.
El día que te encontré estaba perdida entre los andenes de mi estación fantasma.
En la estación donde los sueños me llevan negándome la claridad del destino.
Me quedé haciendo noche allí, entre ilusiones de cartón.
Tuve frío. Viniste a abrazarme fuerte y firme.
Nunca más quisiste separarte de mi lado.
Nunca más te dejé marchar.
Lo llenaste todo de flores, insectos y animales de los que la naturaleza da en sitios paradisíacos.
Me obligaste a coger un tren contigo; a contagiarme de tu entusiasmo para no marchitarme. Pusiste mis hojas del revés y pudimos ver que estaba enferma.
Los hongos hacían mella en mi vida y la vida se volvía gris a mi paso.
El día que te encontré aprendí que el mundo no está podrido.
Descubrí un camino en común aunque los pájaros estén muertos en mis sueños.
Me enseñaste a pintar la realidad regalándome un estuche precioso de témperas, lápices y óleos.
Tengo lo importante y tú formas parte de ello.
Estoy acostumbrada a sumirme en la soledad como refugio.
Me siento desnuda en la estación austera de suelos sucios; quiero contaminarme, revolcarme en las enfermedades del mundo para no enfermar nunca más.
El día que te encontré, encontré en ti la calma que tu viste en mi.
La fuerza que tu ves en mi.
Deseé darle al mundo la oportunidad de ser mejor engendrando un ser con cuerpo, alma, espíritu y forma de persona.
Deseé seguir siendo una niña para siempre y amar como la mujer salvaje que soy.
Decidí luchar aunque ahora me toque dormirme en tu regazo y descansar sobre tu pecho resquebrajado por la vida.
Parezco dormida pues me estoy reservando para algo grande.
Te quiero a mi lado aunque me concibas como independiente y amante de la soledad.
Quiero crecer a tu lado; seguir cultivando todo mis ser sin mermar tu espíritu.
Quiero que estemos juntos mucho tiempo.
Todo el que podamos y necesitemos.
Quiero que viajemos y hagamos un proyecto.
Que nos empapemos de sabiduría y contagiemos a quien lo necesita.
Quiero que aprovechemos la suerte que hemos tenido en la vida y la repartamos con quienes no han tenido tanta.
El día que te encontré no era consciente de todo lo que llegaría a amarte.
De lo que podrías amarme.
Ahora, tomo conciencia de la suerte que tengo y premio tu valentía con todo lo bueno que perdura dentro de mi.
Mis secretos son tuyos en secreto desde el día que te encontré.
Eras de canela y miel.
Suave como la seda.
De piel dorada y ojos azabache.
"No decepcionarás nunca al que te conozca" fueron las palabras que mi alma escupió sin conocerte.
No pensé en decirlas, pero se precipitaban veloces hacia el exterior para penetrar en tu vida, resonar en tu coraza y anclarme en tu alma por siempre jamás.
El día que te encontré estaba perdida entre los andenes de mi estación fantasma.
En la estación donde los sueños me llevan negándome la claridad del destino.
Me quedé haciendo noche allí, entre ilusiones de cartón.
Tuve frío. Viniste a abrazarme fuerte y firme.
Nunca más quisiste separarte de mi lado.
Nunca más te dejé marchar.
Lo llenaste todo de flores, insectos y animales de los que la naturaleza da en sitios paradisíacos.
Me obligaste a coger un tren contigo; a contagiarme de tu entusiasmo para no marchitarme. Pusiste mis hojas del revés y pudimos ver que estaba enferma.
Los hongos hacían mella en mi vida y la vida se volvía gris a mi paso.
El día que te encontré aprendí que el mundo no está podrido.
Descubrí un camino en común aunque los pájaros estén muertos en mis sueños.
Me enseñaste a pintar la realidad regalándome un estuche precioso de témperas, lápices y óleos.
Tengo lo importante y tú formas parte de ello.
Estoy acostumbrada a sumirme en la soledad como refugio.
Me siento desnuda en la estación austera de suelos sucios; quiero contaminarme, revolcarme en las enfermedades del mundo para no enfermar nunca más.
El día que te encontré, encontré en ti la calma que tu viste en mi.
La fuerza que tu ves en mi.
Deseé darle al mundo la oportunidad de ser mejor engendrando un ser con cuerpo, alma, espíritu y forma de persona.
Deseé seguir siendo una niña para siempre y amar como la mujer salvaje que soy.
Decidí luchar aunque ahora me toque dormirme en tu regazo y descansar sobre tu pecho resquebrajado por la vida.
Parezco dormida pues me estoy reservando para algo grande.
Te quiero a mi lado aunque me concibas como independiente y amante de la soledad.
Quiero crecer a tu lado; seguir cultivando todo mis ser sin mermar tu espíritu.
Quiero que estemos juntos mucho tiempo.
Todo el que podamos y necesitemos.
Quiero que viajemos y hagamos un proyecto.
Que nos empapemos de sabiduría y contagiemos a quien lo necesita.
Quiero que aprovechemos la suerte que hemos tenido en la vida y la repartamos con quienes no han tenido tanta.
El día que te encontré no era consciente de todo lo que llegaría a amarte.
De lo que podrías amarme.
Ahora, tomo conciencia de la suerte que tengo y premio tu valentía con todo lo bueno que perdura dentro de mi.
Mis secretos son tuyos en secreto desde el día que te encontré.
3 comentarios:
wow ire... u are inspired my darling!!
me encanta la ultima frase; me encanta todo , pero la ultima frase se me queda...
:)
muas
GRACIAS!!!!! wuauuu el primero de musos.. a por ese libro de colaboraciones! este texto es genial!
Chicas... genial la colaboración...
Seguir así...
El poema... todo sentimiento!!!
Publicar un comentario