no tiene brillo en los ojos
ni textura en su piel.
No tiene nombre,
ni edad,
no es más que una ilusión
producto de la irrealidad.
La Reina de tu Otra Vida
es invisible;
no existe
ni lo hará.
No es
ni quiere serlo.
Los mundos paralelos
no son más que eso:
mundos para*lelos,
para tontos que viven
de la esperanza de los deseos.
Para los que esperan
cocinar a fuego lento
lo que, en un momento,
se hace tangible y
se escapa entre los dedos.
No hay más.
Todo pudo ser y,
sin embargo, lo reduces
a inventar una doble vida donde,
a tu parecer, hay una reina
gobernando tu alma, tu mente y
desordenando la lógica de tu existir.
Tanta belleza desperdiciada
en tu dejar de hacer
la ha convertido en
Reina de un vertedero
de despropósitos, engaños y eufemismos.
Máscaras, rejas y
domingos inexistentes.
Un paseo por las nubes ininteligibles
de tu horizonte.
Ojalá fueses flecha
con clara trayectoria
para recogerte ágil y
suavemente entre los dedos.
Ojalá aquellas hebras de su recuerdo
hubiesen enredado tu presente.
Sin embargo, te has quedado amarrado
a lo que ya no será jamás.
La Reina de Tu Otra Vida, yace aquí,
hoy,
entre estas palabras.
2 comentarios:
Tiene un halo de pesimismo este poema, de evanescencia, no poder, irrealidad, desilusión... "yace aquí": elevas la impotencia al máximo grado. Eso no puede ser, querida ir-n...
Me gusta cómo recoges esa decepción, cómo te desprendes, con un puntito de chulería, pero dolida hasta los tuétanos...Valiente, eso sí. Ahora falta seguir caminando.
No sé si he acertado o no.
Un abrazo
Mi querida Esmeralda,
una servidora (siempre trágica ante la vida y maravillada por la muerte) no puede evitar desbordarse ante la mentira, la traición, el engaño y la decepción que, de todo esto se deriva.
Todas esas emociones que describes, efectivamente, anidan entre estas palabras.
En realidad; el peso lo otorgan ellas, las emociones vienen y van, las dejo ir para que no se estanquen y se pudran las aguas mi vida; de mi día a día.
Es por ello que la tragedia es instantánea; expresa lo que siento en un momento puntual; espasmódico y que, gracias a dejarlo ir, no volverá jamás.
Muchas gracias, siempre, por tus palabras.
Un fuerte abrazo.
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