Un lugar que me gusta.
¿lugares? cualquiera si las condiciones son las adecuadas. Hay cosas de las que no se pueden prescindir y, en invierno, sin lugar a dudas me gusta que el sol me sonría plenamente. Te acaricia, no te quema y te recuerda infinidad de sensaciones ya vividas y otras que, intuyes, están por venir.
La playa en invierno adquiere otros matices que resultan agradables, profundos y colaboran a la hora de realizar un trabajo de introspección. Me gusta el sol de invierno en todas sus variantes. Me gusta que me sorprenda y me bañe de luz. Todo a su son adquiere un tono diferente... Me gusta el sol de invierno allí donde me dé.
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