El gato de humo aún no es pero está siendo. Pretende ser un punto de encuentro e intercambio de opiniones sobre la vida cotidiana. Convertir el camino de la vida en un agradable paseo con la colaboración de todos.
martes, marzo 28
El día que murió Pepa.
Realmente no lo supe cuando sucedió. Habíamos pasado 15 días juntas, sin separarnos. Día y noche. Playa, monte y río. Excursiones, amigos, sidrinas por la tarde en la plaza de tabacalera... Pepa era feliz rodeada de gente joven y adoraba estar en el meollo. Si nos reuníamos por la noche era la última en irse a la cama y la primera en levantarse... Siempre dispuesta a todo. Se apuntaba a un bombardeo. El día que me fui, no tuve oportunidad de despedirme; sencillamente, no me la dio. No vino a la puerta y no me dijo nada... Ese mismo día fue de excursión con mis padres. Al parecer, no se comportaba como siempre. Bajó un acantilado, inspeccionó, subió, cogió carrerilla y saltó. Jamás he vuelto a saber de Pepa, salvo en sueños. A su memoria dedico unas líneas pues, creo, me ha hecho vivir muchos de los momentos más bonitos de mi vida. Gracias.