Hay castillos en el aire;
otros, se cimientan sobre arenas movedizas,
sobre ciénagas,
lodos e irrealidades.
A veces,
se construye y destruye
con la torpeza del pensamiento;
del aroma a recuerdo;
del gusto a melancolía mediocre,
a atardeceres nefastos,
despertares grises de lágrimas dulces,
de amores distantes.
Es posible romper la barrera del tedio
con el autoperdón.
Busca la suerte en el bolsillo roto del pantalón.
Quizás, el doble fondo del forro,
la retenga el tiempo suficiente para
no destrozarte la vida
en la caída.
A veces,
por fortuna,
sólo a veces.
2 comentarios:
y a veces, sólo a veces, las humildes casas cimentadas en tierra firme, se transforman en castillos. Parpadea.
¡Ay, que dificil, qué poco segura es la vida!
Aunque tú taconeas pasos firmes.
Un beso.
Publicar un comentario