Tímida, como una niña, leo fascinada tus palabras.
No estaban hechos sólo de aire los susurros de aquella mañana.
La sensibilidad del roce de la piel no era lo único que te impulsaba a ofrecer.
Tu gesto, cercano, me emociona de nuevo tiempo después.
Abro bien los ojos. Me late fuerte el corazón.
Hay quién dice que no lo entiende.
Yo, afortunadamente, lo sé.
Me entusiasma comprobar que aún existe sinceridad en este mundo.
Me sorprende verla llegar de tu mano.
Amo que sea así.
Quiero creer, y creo saber,
que hay una vida mejor ahí fuera.
***Gracias***
1 comentario:
Qué bonito. Me encantan las buenas sorpresas... me encanta que te encuentren!
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