Sin saberlo, comenzó su viaje.
Tímidamente, se sentó en el regazo del árbol centenario que, desde niña, escuchaba sus historias fantásticas, inverosímiles y desenfadadas.
Cerró los ojos recordando un instante y, en ese mismo momento, la memoria se configuró eterna, infinita, inacabable...
Caminos, kilómetros, lagos, montañas y seres la acompañaron.
Quedó su mirada perpleja, perdida en la nada y, de nuevo, se descubrió sola, vieja y cansada.
Quedó su mirada perpleja, perdida en la nada y, de nuevo, se descubrió sola, vieja y cansada.
El aliento se entrecortaba y la vida se diluía como un hilo de seda.
El amor quedó atrás y el recuerdo se hizo olvido para siempre.
1 comentario:
hay mi nena el color saca :) me encanta eres un genio
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