Algunas personas deciden constantemente por los demás.
Nadie le dio permiso para robarme lo que yo más apreciaba en ese momento.
Me robó lo irrepetible, lo mágico, lo único, lo mejor guardado...
Me robó, entre otras muchas cosas, la seguridad de la normalidad, de la confianza, del ser, del estar...
Me robó la decisión, decidiendo por mi.
Me robó el último beso de mi bella colección de besos hermosos.
Me robó la pureza del ayer y, directamente, el mañana.
Me robó lo que yo, como prepúber, quise conservar intacto.
No se lo perdonaré jamás.
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